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No fue un buen día cuando nos enteramos que alguien nos había robado la identidad. Los ladrones rápidamente utilizaron nuestro número de seguro social y otros datos personales para presentar impuestos y solicitar un reembolso. Lo descubrimos a través de una carta que recibimos del IRS. Sin perder un minuto, los llamé y el agente me enumeró los lugares para notificar que éramos víctimas de robo de identidad. Me apuré  para llamar por teléfono.

Pero después de la segunda llamada en la que repetí: "Somos víctimas de robo de identidad", me detuve. ¿Víctimas? Como creyentes en el poder de Cristo en nosotros, no existen las víctimas.  Cambié mi redacción y dije: "Tenemos un problema que debemos corregir".  ¿Y tú? ¿Te robaron algo últimamente? ¿Una oportunidad que anhelabas? ¿Una red de seguridad en la que te apoyaste? ¿Independencia que valoraste? ¿La confianza que alguna vez tuviste?  Cuando  te pones a reflexionar sobre las cosas que perdiste, Llegarás a sufrir del síndrome de pobre de mí. Yo también tuve la tentación a hacer lo mismo: cuando perdí la vista, cuando perdí a mi hijo, cuando mi matrimonio terminó después de 42 años.

Pero no soy la única. Es posible que tú también hayas recorrido ese camino del dolor. Y como resultado, es posible que tengas la tentación de unirte al grupo de víctimas anónimas. Y, con cara triste, repites los tristes acontecimientos que arruinaron tu vida. Pero la respuesta llega, la puerta se abre y la libertad sonríe cuando descubres que la respuesta está en las decisiones que tomas:

• ¿Estás eligiendo deshacerte de la mentalidad de víctima?
• ¿Estás eligiendo creer en la victoria de Dios?
• ¿Estás eligiendo mantenerte firme en esta verdad cuando Él dice: “… en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó?” Romanos 8:37
• ¿Estás eligiendo vivir en libertad a través de Cristo Jesús?
• ¿Estás eligiendo hablar palabras de vida y triunfo?
• Y finalmente, incluso cuando la adversidad ataca, ¿estás eligiendo deleitarte en los mandamientos de Dios?

"Aflicción y angustia han venido sobre mí, pero tus mandamientos son mi deleite". Salmo 119:143. Incluso si alguien te robó tu identidad en este mundo, nadie puede robarte quién eres en Cristo Jesús: eres victorioso, más que vencedor, triunfante y seguro. Todo porque Cristo Jesús vino a darnos la verdadera identidad como suyos y amados. 

Oremos:

Padre, confieso mi necedad al encontrar una extraña sensación de consuelo al sentirme víctima. Pero ahora, a través de tu Hijo Jesús, soy verdaderamente vencedora sin importar lo que venga contra mí. Triunfaré gracias a ti, a tu amor y fidelidad infinitos.

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