Cada vez que escucho la música latina, sonrío con alegría y mis brazos y piernas comienzan a moverse al conjuro de su ritmo.
La pasión por el baile corre por mi sangre Latina y es esta pasión la que me ha transportado a través de los muchos episodios que he experimentado.
Cuando yo niña allá en Bolivia, mi madre se deleitaba leyendo el libro traducido al español”Las aventuras de Tom Sawyer en el río Mississippi”. Ella soñaba con visitar esa parte del mundo algún día. Y en efecto, en el año 1964 su sueño se hizo realidad cuando ella y mi padre, junto conmigo y mi hermano con 12 y 11 años de edad respectivamente, salimos) de Bolivia. Comenzamos nuestra nueva vida en St. Louis, Missouri, a orillas de ese majestuoso río. Este era tan grande, así como lo eran nuestras luchas tratando de adaptarnos a la cultura estadounidense. Para ello perseveramos bastante; toda la familia obtuvo fluidez en el idioma inglés y con profunda dicha, cinco años después levantamos nuestra mano derecha y juramos nuestra lealtad a los Estados Unidos de América.
Después de graduarme de la universidad, esas bendiciones continuaron, incluyendo el matrimonio con mi gringo de ojos azules. Fui una madre inmensamente feliz al criar a nuestros hijos de 3, 5 y 7 años. Sin embargo, ese sueño de “ser felices para siempre” se desvaneció muy de repente cuando cumplí 31 años: Una enfermedad de la retina (Retinitis Pigmentosa)
me privo de la vista por completo. No había esperanza de ningún tratamiento, yo no esperaba esa ceguera repentina. No pensé que mereciera tal horror, mi esposo tampoco pudo enfrentar aquel trauma en nuestro matrimonio y para mi desesperación, encontró a otra persona.
Rechazada, sola y desesperada, seguí adelante, llevando mis pasos a tientas por la casa para cuidar a nuestros hijos. Las veces que tenía tentación de rendirme, Dios se hacía presente en una forma dulce y poderosa. Dia y noche oraba por un milagro y fue entonces cuando recurrí a Cristo Jesús para que EL sea el Señor de mi vida. Fue desde entonces que El lo cambió todo.
Mientras suplicaba por algo que yo quería: sanidad física, Dios me dio lo que necesitaba. A través de los ojos de Jesús, me regaló una nueva visión, fresca y hermosa. Ahora soy capaz de ver con ojos espirituales, así volvió mi confianza, creció mi seguridad y floreció mi sabiduría.
Mi esposo también regresó, y mediante el poder de Dios, lo perdoné. Enamorados de nuevo, fuimos testigos de la sanidad de Dios en nuestro matrimonio.
Una tras otra, las oportunidades se me abrieron para compartir con distintas audiencias lo que Dios había hecho en mi vida. Pero todo ello se detuvo con una inesperada tragedia. Una llamada telefónica nos informó que nuestro hijo menor Joe, de 19 años en ese entonces, había sido trasladado de urgencia al hospital. Nuestro mundo se derrumbó con la noticia de que 23 puñaladas le arrebataron la vida.
Nos aferramos a la Fe en Dios quien nos prometía sustentarnos. Y así lo hizo, finalmente después de salir de un valle de lágrimas, la vida siguió hacia adelante, pero esta vez con una inmensa gratitud ante el consuelo de Dios que me susurraba al oído en la oscuridad de mi dolor.
Al terminar el juicio, el jurado determinó que el hombre responsable fuera absuelto. Nuevamente destrozados por este doloroso veredicto y aturdidos por la incredulidad, la única forma para que nosotros logremos recuperar la paz era ofrecerle el perdón. Ese perdón marcó el comienzo de una verdadera y completa libertad para nosotros.
La gloriosa victoria sobre el dolor provocó la creación de JC Empowerment Ministries. A través de esta plataforma, tengo el honor de tocar la vida de miles de personas por todo el mundo con mi inspiración y mi aliento.
Con el uso de la tecnología, mi computadora cuenta con un software que me lee la pantalla. Es así como yo escribo, leo y elaboro artículos. También escribí mi historia que se convirtió en mi primer libro titulado Trials of Today, Treasures for Tomorrow.
Como podrás comprobar, mi historia tiene altibajos, y la tuya puede que también los tenga. Por lo tanto, dedico mi vida, mis esfuerzos y mi pasión para que tú tengas una prueba en vivo de cómo Dios puede también restaurarte, sanarte y conducirte por el camino del triunfo.
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